viernes, 6 de febrero de 2015

DETRÁS DE LA BATA BLANCA

Hoy día de descanso y temporal. He salido de trabajar a las ocho de la mañana. Lleva varios días granizando, con ráfagas de viento y olas gigantescas que a veces veo desde mi ventana y otras veces desde el paseo de la playa, cuando voy en coche a trabajar. Quiero y me estoy empeñando en poner el cerebro en punto muerto, porque acabo de salir de guardia y mañana tengo que volver a entrar de guardia otra vez. Demasiadas horas seguidas, pero necesitaba un cambio a finales de febrero y es la única manera que he encontrado para cuadrarlo. Tita estos días anda revuelta, debe ser por el temporal, a veces duerme mucho y otras veces está espídica. Dentro de un rato me espera mi cita post-guardia con la play Station. Suena la música a tope en el Mp3, y me despeja la cabeza. Una buena manera de aislarse del mundo exterior. En días como hoy, la mejor manera. Ando dando vueltas a la idea de que a veces, me gustaría tener un trabajo distinto. Las horas de guardia a veces se convierten en pozos interminables de desilusiones, y la cabeza se convierte en una maquina de pensar que parece que no va a parar nunca. Me acuesto y sigo pensando. Revisando. Planeando, buscando la forma de mejorar o de ayudar a alguien. Eso es lo que no se ve de la medicina. A veces, en guardias de veinticuatro horas, apenas sacamos media hora para comernos un bocadillo a toda prisa antes de volver a subir a la ambulancia. Y somos personas. Y en veinticuatro horas, necesitamos comer. Y quien no? A veces, a las dos de la mañana, aún no hemos encontrado el rato para el bocata. A veces, los pacientes se suceden de uno a otro a un ritmo vertiginoso. Y a veces, no podemos más. Después, revisamos. Hacemos seguimiento. Te interesas, te preocupas. Vas mas allá de las horas de la bata blanca. Estoy continuamente haciendo cursos. Y siempre tengo algo nuevo que estudiar, o repasar. Es medicina siempre, aunque no lleves el fonendo colgado. No sé que se siente cuando terminas tu jornada laboral y te marchas a tu casa, a seguir viviendo el resto de tu vida. Medicina siempre. Delante y detrás. En forma de recetas, libros, horas de consulta o de guardia, casos y cosas, pensamientos y sentimientos también. Me gustaría que la gente tuviese un minuto para reflexionar, lo que hay detrás de las horas de espera en urgencias. Me gustaría que por un minuto, ocupasen mi lugar, y viviesen en primera persona, lo que significa ser médico. A lo mejor algunos de ellos, cambiaban de opinión respecto a nosotros. Música para desconectar y para dejar un rato la bata colgada. De la música que me gusta a mi, de la que me desconecta y me relaja por raro que parezca. Mi punto fitipaldi. Me siento mentalmente agotada!

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