jueves, 28 de noviembre de 2013

KILOMETRO CERO

Aquí estoy, más de un año después, tita dormitando en su cama de peluche, el sol en lo alto, el aire fresco que se cuela por la rendija de la ventana, el coche esperando para dar de nuevo vueltas de cuenta kilómetros para ir a trabajar, y yo, de vuelta al kilometro cero. Recuerdo perfectamente el primer día, la primera entrada, las primeras letras y las primeras ilusiones. Y ya han pasado mas de tres años, y aquí estoy de nuevo, en el kilometro cero. Estoy a la espera de una nueva oferta laboral, no sé si saldrá adelante, en todo este tiempo hice bastantes cosas, lo que tiene mi condición de rabo de lagartija. También, en todo este tiempo, destapé mi caja de los secretos y encontré mucha acogida, mucho apoyo, y mucho cariño. En todo este tiempo, luche por sueños escondidos y miré al frente más de dos veces, y de tres. Pasé miedo, me tumbé al sol. Lloré y sonreí. Caminé y me quedé mil veces parada pensando que camino seguir. El aire ya no huele a mar, al menos de momento y de forma casi permanente. Las noches, al menos de momento, y no se si por poco tiempo, le pertenecen a mi colchón. No he cambiado muchas veces de almohada y sigo abrazada a la misma sonrisa. He tenido que aprender a comunicarme de más maneras diferentes, he perdido miradas pero he ganado ángeles. Y no sé por qué hoy, y precisamente hoy, me he sentado de nuevo de frente a la pantalla en blanco. Salía de la ducha y la radio a pilas del baño me ha traído hasta aquí, como hipnotizada por el hechizo de unos acordes que en su día le pusieron color a una de estas páginas. Y me he preguntado, por que no?, y he rebuscado en los días de horas apretadas y he encontrado este preciso momento y este preciso instante. Y aquí estoy. Ilusionada como el primer día. Con algo menos de sueño que el primer día. Con pocos años más, y muchos más recuerdos.